jueves, 23 de abril de 2009

LITERATURA

Fragmentos de la obra de Luigi Pirandello, "Seis personajes en busca de un autor"

[...]EL PADRE. Cada cual tiene una vida dentro y que quisiera sacarla al exterior. Pero lo difíciles justamente esto: sacar lo poco que sea necesario, en relación con los otros, ¡y con ese poco significar toda la otra vida que sigue dentro! Ah, qué cómodo sería que cada personaje pudiera, en un hermoso monólogo, o… mejor aún… en una conferencia, ¡desembuchar ante el público todo lo que se cuece en su cabeza![...]
[...]EL PADRE. (Con dignidad pero sin soberbia.) Un personaje, señor, siempre puede preguntar a un hombre quién es. Porque un personaje tiene realmente una vida, con sus propios atributos, por los que siempre es «alguien». Mientras que un hombre —y no estoy hablando de usted ahora— un hombre cualquiera puede que no sea «nadie». [...]


EL PADRE. [...] piensa que de igual manera «esto» que siente ahora, toda su realidad actual, tal como es, también está destinada a parecerle una ilusión el día de mañana?
EL PADRE.Tan sólo hacerle ver que si nosotros (se señalará a sí mismo otra vez, así como a los otros PERSONAJES) no tenemos otra realidad más allá que la ilusión, también sería bueno que usted desconfiase de su realidad, de la que usted hoy respira y toca, porque, como la de ayer, está destinada a revelársele el día de mañana como una ilusión.

PADRE. Si su realidad puede alterarse de un día para el otro...
EL DIRECTOR. ¡Pero claro que puede cambiar! ¡Y continuamente! ¡Cómo todos!
EL PADRE. (Dando un grito.) ¡Pero la nuestra no, señor! ¿Entiende? ¡Ésa es la diferencia! No cambia, no puede cambiar ni ser otra, jamás, porque ha sido fijada, así, «ésta», y para siempre. ¡Y eso es terrible, señor! ¡Es realmente inalterable! ¡Hasta deberían sentir un escalofrío cerca de nosotros!


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