viernes, 12 de diciembre de 2008

POEMAS DE MARIA-MERCE MARÇAL

LA USURPADORA

¿Quien me dicta las palabras cuadno te hablo?
¿Quien me incrusta gestos y muecas?
¿Quien hace y habla por mi? es la impostora
me habitaba sin que lo supiera
hasta que tu viniste. Entonces surgió
no sé de que desván, igual que una sombra,
y me posse como un amante tirano
y me mueve como una marioneta de feria.
Y a menudo, en el espejo, la veo a Ella
rescatada de no sé que cenizas.
No le hagas caso cuando Ella te habla,
aunque me usurpe voz y rostro.
Y si te impide la salida por la puerta
con su cuerpo amoroso y brutal
tienes que matarla sin pena alguna.
Hazlo por mi tambien y en mi nombre:
vive tan dentro de mi que no sabría
detenerme en el dintel del suicidio.




















SAL ABIERTA

Nunca nungún amante oso llegar
a los lugares que tu me acaricias.
De dentro a fuera, amor, siento las olas
y me hago arenal y duna y peñasco.

Recuerdo de mañana, arena, manos
del riesgo, ardiendo espejo de la sombra
del ayer que a ti te hizo huesped mio,
yo vivo en ti, en tus acometidas.

Vives en mi, en el común cercado
-agua atenta a las voces de la tieraa
que con la sal borra el rastro de la guerra-

¿Oyes como el levante tienta, alma en ayuno,
muelles remotos donde el orgullo me cesa?
Creciendo en ti, el mar y yo ya somos uno.

Te quiero porque sí

Te quiero porque sí. Porque el cuerpo me lo pide.
Porque vienes de la ola sin orden ni concierto.
Porque la maleza del bosque te enrama la cabaña
sin cerrojos ni barrotes, en verde desvarío.

Porque quiero. Porque me sorbe la raíz de la locura.
Porque es el amor, segado, que ha granado mi cama.
Porque albergo, aferrado, el jadeo del madero
que provoca el salitre y encrespa la bahía.

Porque soy extremadamente frágil para erigir barreras
a la marea viva que va y me niega a tientas.
Porque soy demasiado fuerte para doblegarme a un destino
que han firmado, sin mí, las hebras del estrago.

Porque el agua más profunda no quiere ni paz ni tregua
y proclama bien alto que soy de estirpe romera.

***

Te amo cuando te sé desnuda como niña,
como una mano abierta, como un reclamo agudo
y tierno que me llama desde un árbol desnudo,
como un pez que ha olvidado que existen los anzuelos.
Como un pez asustado que ha mordido un anzuelo.
Como el daño en los ojos del niño mutilado
en el sueño, en la carne. Como sangre que mana.
Desnuda como sangre.Te amo cuando te sé desnuda como una espada,
hoja viva y dispuesta, como un rayo que abrasa,
ciego. Como la hierba, como el agua de lluvia.
Como sombra, desnuda tras el espejo helado




No sé quererte sin el fardo
de sombra que mi espalda ha deformado
-como los desperdicios más obscenos
a contraluz del canto que ahora nace.
No sé quererte sin el peso,
peso muerto que lastra barca y sombra
-como el ala baldía del delirio
a contraley del angustioso sueño.
No sé quererte sin la muerte:
zarpa el amor, demente como un rey
que, envenenado, busca su remedio
en alta mar y en plena noche.A contra-luz, a contra-ley
no sé quererte sin la muerte.



Igual que el asesino vuelve al lugar del crimen
tras perder la memoria y el olvido
y en el umbral encuentra al que creía muerto
y se vuelve su esclavo sin saber el porqué
y se convierte en perro, y vigila la casa
en contra de la muerte, contra el ladrón ausente
que quizá le robara el precio del rescate,
así yo regresaba al lugar del amor.