miércoles, 28 de septiembre de 2011

Carta a una desconocida

Querida ¿amiga?:

No sé si algún día leerás esto ni si, de leerlo, te interesará. Me has decepcionado y mucho. Te tenía en un pedestal, pedestal en el que yo te puse y quizá ese fue mi mayor error. Yo soy de ese tipo de personas a las que si les haces algo te perdona pero que no permite que le toques a los suyos. Y eso es lo que ha sucedido contigo. En su momento tú no quisiste escucharme, me jodió, como es normal, pero te lo permití, entre otras cosas porque aún te admiraba.

Pero al cabo de un tiempo volviste a hacerlo y esta vez no fue a mí a la que no escuchaste, pasaste de aquello que, la única persona que me ha demostrado que merece la pena, tenía que contarte. Y por si fuera poco tuviste la poca vergüenza, al menos para mí, de decir que ella había cambiado y yo me pregunto, ¿con qué derecho dices eso si hace 3 meses que no la ves? ¿Con qué derecho si la última vez que la viste ni tan siquiera te paraste a escucharla, al igual que esta vez? Siendo sinceras, ¿de verdad lo crees TÚ?

Pues si esa es tu valoración, me sorprende tu capacidad de saber la cosas sin preguntar. Me sorprende que seas capaz de saber si una persona ha cambiado sin tan siquiera pararte a hablar o ni tan siquiera a ver. Es muy fácil dejarse llevar por lo que te dicen otros y más aún si crees a pies juntillas todo lo que los demás te dicen. Te tenía por una persona con afán de investigación, que no se quedaba con lo que escuchaba o leía sino que contrastaba todo. Ahora lo que no sé es si estos últimos años ha sido mentira y tú no eres como yo me pensaba o verdaderamente eres tú la que has cambiado y no los demás.